La rosa de Damasco también llamada de Alejandría o de Bulgaria es originaria de Siria. Posteriormente se introdujo en Bulgaria, Francia y Turquía y su cultivo se hace de forma controlada, es decir, en terrenos privados donde existe poca o ninguna floración en estado silvestre.
Soporta muy bien el clima seco y caluroso y se cultiva exclusivamente para la producción de cosméticos. Sus hojas son recolectadas a finales de la primavera y del otoño, siempre a primera hora de la mañana, con los primeros rayos del sol, para obtener la mejor calidad en el aceite. Se necesitan cuatro toneladas de hojas de rosa para extraer un litro de aceite esencial, de aquí su elevado precio. De ella se extrae, por un lado, aceite esencial, y por otro, agua floral.
Las propiedades de esta rosa son innumerables y muy apreciadas dentro del mundo de la aromaterapia, la cosmética e incluso de la cocina. Es el aceite esencial por excelencia de la mujer. Además, es un gran calmante, alivia la ansiedad, el estrés, es estimulante y un gran antidepresivo. Si lo que usamos es el aceite esencial, podremos añadirlo a cremas y a aceites vegetales para aumentar el poder de hidratación, tonificar, prevenir las arrugas o tratar las pieles grasas, incluso con tendencia acneica. También desempeña un gran papel en la menstruación, aliviando los sofocos y dolores. Se puede utilizar como perfume y se le
atribuye propiedades afrodisíacas.
Si de lo que dispones es de agua de rosas o hidrato, podrás darle algún otro uso como aplicarlo antes de tu crema o incluso de tu serum si también lo usas. Te refrescará la cara aportando todas esas propiedades que antes mencionábamos.
Como vemos, son productos muy apropiados para todo tipo de pieles, da igual, sensibles, grasas, maduras, delicadas; aportará frescura, luminosidad, tonificará tu piel y te sentirás como nunca. Tu piel será otra y tu estado anímico también.
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